La vida está hecha de causas y azares, como cantó alguna vez el genial Silvio Rodríguez. Y eso se aplica también, cómo no, al fútbol -aunque a veces pueda ser una parte dolorosa de la vida. Porque si bien Atlanta había arrancado el complemento con una predisposición diferente, es difícil creer que habría llegado todo lo bueno que ocurrió después sin ese providencial gol en contra que abrió el partido para que terminara con una goleada. Para que la tarde se cerrara con un 4-0 sobre Acassuso que sirve para reanimar ilusiones que habían quedado suspendidas.
Por Federico Kotlar (@fkotlar)
Aníbal Biggeri pensó varios cambios luego de la decepcionante caída ante Colegiales de la semana pasada. Volvió Verino a la zaga central y Otermín –un polifuncional que funciona correctamente en todos los puestos de la última línea- se corrió al lateral izquierdo en lugar del suspendido Federico Pérez. Las variantes fueron un poco más a fondo del mediocampo hacia arriba: Marrone reemplazó a Ezequiel Rodríguez, Cardozo a Tolosa y Olego a Jonathan López. Marrone se paró apenas delante de la línea de fondo mientras que Guerra se corrió a una línea de tres volantes junto a Mancinelli y Cardozo, con lo que quedaban Olego y Pons como puntas bien definidos.
Con ese 4-1-3-2, a Atlanta le costó mucho en la etapa inicial encontrar los caminos hacia el arco de Acassuso. Guerra, de buenas condiciones para la destrucción de juego rival, quedaba en una posición que le resultó incómoda y en la que no podía darle al equipo la fluidez que se necesita en tres cuartos de cancha. El rival, con una línea de tres defensores que muchas veces pasaban a ser cinco, se animaba poco en ataque. Y acentuó más su postura cuando a los 40 tuvo que irse reemplazado el movedizo Galvaliz, que se había mostrado como el jugador más interesante en esa mitad de cancha.
Entre la impotencia de Atlanta –donde sólo el empuje de Pons permitía algún espacio para ilusionarse- y la conformidad de Acassuso, el primer tiempo se fue con poco más para comentar que el pasmoso aburrimiento que generaba el partido y la extraña lluvia con sol que caía de a ratos en Villa Crespo. Apenas quedó un mano a mano a los 27 luego de un mal cruce de Alonso, en el que Losada salió bien y rápido para evitar el gol visitante; y un minuto después una escalada por derecha de Mancinelli, quien mandó un centro que manoteó Salvá y nadie llegó a empujar.
Para el complemento, Biggeri dispuso una variante lógica: el ingreso de Cequeira por Guerra. Queda claro: para jugar en la posición en la que lo estaba haciendo el ex Italiano, más valía que lo hiciera alguno de los cuatro volantes creativos que en el primer tiempo calentaron los asientos del banco de suplentes. Y la variante -causa- rindió frutos casi inmediatamente por una jugada nacida de una pifia que terminó con la pelota dentro de arco -azar.
Iban 3 minutos cuando Cequeira envió un centro con mucha menos potencia de la deseada desde la izquierda del ataque. La pelota picó justo antes de que le pegara Pizarro, quien en su muy defectuoso intento por despejar le pegó con el tobillo. La pelota viajó hacia el arco propio y se coló por encima del inútil vuelo del sorprendido Salvá. Así llegó ese gol que poco tenía que ver con lo que había pasado hasta ese momento, y que resultaría decisivo para lo que vendría después.
Faltaba todavía para que arribara la tranquilidad: a los 8, otra vez apareció muy bien Losada para salir rápido cuando llegaba Santana para marcar el empate. Y de nuevo fue clave el arquero siete minutos más tarde, pero esta vez para iniciar un ataque. En una virtud que no tuvo solamente en esa jugada, sacó rápido y bien desde el área para dejar a un delantero mano a mano con la defensa rival. Pons avanzó con la pelota al pie, se metió en el área y su centro encontró la imprudente mano de Capasso. Di Bastiano cobró penal y desde los doce pasos Franco Olego consiguió, cambiándole el palo a Salva, su primer gol en el club.
Atlanta tenía dos goles de ventaja y costaba justificarlo por lo que había hecho hasta ahí. Pero de a poco, ya con el resultado a favor –como suele ocurrir con los equipos que todavía necesitan terminar de encontrar su camino-, empezaron a aparecer los argumentos para avalar la victoria. Cequeira se hizo eje del mediocampo y sumó su talento a lo que aportaban Mancinelli y Pons, más una defensa que cada vez se fue asentando con mayor seguridad.
Y a los 35 minutos, en una jugada espectacular, Atlanta puso el resultado en territorio de goleada. El equipo llegó tocando a tres cuartos de cancha, Mancinelli se la pasó a Olego en la media luna y el ex All Boys ingresó al área. Cuando todos pensaban que iba a rematar, sacó un taco brillante que se transformó en asistencia a Lucas, quien definió bárbaro ante la salida del arquero. El hastío se había transformado en alegría.
Todavía faltaba más. Porque a los 43 Cequeira envió un centro perfecto que sobró a la defensa y encontró solo a Pons, que clavó contra el palo la volea para con otro golazo poner el 4-0 definitivo pese al manotazo de Salvá. Todo entonces fue felicidad en un Gran León donde, entre causas y azares, Atlanta ganó, goleó y por un rato gustó, aunque le quede mucho por mejorar.
SINTESIS
Atlanta (4): Losada; Podestá, Alonso (ST 37’ Esmail), Verino, Otermín; Marrone; Mancinelli, Guerra (ST Cequeira), Cardozo (ST 31’ Tolosa); Olego y Pons. DT: Aníbal Biggeri. No ingresaron: Dobler, Ezequiel Rodríguez, Requena y Jonathan López.
Acassuso (0): Salvá; Scolari, Pizarro, Capasso; Santana (ST 17’ Blanco), Friedrich, Chao; Coassini, Galvaliz (PT 40’ Romero); Gustavo Fernández y Salvatierra. DT: Rodrigo Bilbao. No ingresaron: Monllor, Berón, Giménez, Galeano y Davio.
Goles: ST 3’ Pizarro (Aca.) en contra; 16’ Olego (Atl) de penal; 36’ Mancinelli (Atl); 43’ Pons (Atl).
Amonestados: Verino, Podestá (Atl), Gustavo Fernández, Friedrich y Coassini (Aca).
Arbitro: Lucas Di Bastiano.
Cancha: Atlanta.
Foto: Juan Ignacio Calcagno.
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